Por Antonio Perdomo Rodríguez
En el vuelo de regreso a casa,
como otras tantas veces mi cabeza es un hervidero de ideas, pensamientos y
reflexiones, en esta ocasión y desde la estrechez y soledad de mi asiento puedo
plasmar parte de esas reflexiones en estas líneas, espero además de manera
ordenada dentro de mi desorden conductual, y así compartirlas en este blog, que dicho sea
de paso, tengo bastante descuidado por aquello de mi mayor implicación en el
activismo institucionalizado.
Desde hace tiempo hay un par de
cuestiones que rondan mi cabeza, y que parecen estar resueltas, o al menos
muchas personas así lo creen. El
activismo en esencia lo entendemos como aquella actividad abocada a conseguir
una sociedad más justa o una extensión de derechos a personas excluidas del
mismo, y por la que no recibimos contraprestación económica alguna, es decir: “por
hacer activismo no se cobra”, pues dejaría de ser activismo para convertirse en
el desempeño de una profesión.
Bueno, aquí me asaltan las dudas
y me chirrían algunas afirmaciones del tipo, “Si un/a activista cobra por la
gestión “técnica” que realiza para su colectivo dejamos de ser ONG” o “tenemos que profesionalizarnos”, entendiendo
como profesionalizarse contratar a una persona externa al colectivo y ajena al
activismo para pagarle por lo que lxs activistas vienen haciendo de manera
gratuita.
Estas afirmaciones me parecen
preocupantes, por lo que luego explicaré, pero recordando la conversación que mantenía estos días con una amiga, y en
la que me decía que habían personas que coordinaban colectivos sólo si había un
empleo de por medio, es decir si eran contratadxs como técnicxs para la
ejecución de proyectos y en cuanto que la subvención desaparecía dejaban de
hacer activismo, me viene nuevamente la
idea de si lo que queremos que hagan las personas pertenecientes a nuestros
colectivos es activismo o esclavismo. Además del peligro que supone exigir a
las personas activistas que realicen trabajo técnicos enmascarados en
activismo. Pongamos un ejemplo, en un colectivo se presenta un
proyecto para hacer un estudio sobre la incidencia del consumo de drogas en las
relaciones sexuales, y se concede una subvención para contratación de personas
desempleadas y ejecutar el proyecto, entonces para realizar el trabajo de
campo, es decir hacer las entrevistas se llama a lxs activistxs, trabajo que
harán de manera gratuita, pues son activistas, para introducir los datos más de
lo mismo, para coordinar el proyecto y supervisarlo se cuenta con la junta
directiva del colectivo que, por supuesto, no cobran por el cargo que
desempeñan, ni por su implicación técnica en el proyecto (eso sería inmoral),
pero para elaborar el informe se contrata a unx profesional que NO PUEDE SER
ACTIVISTA, pues claro por aquello de la transparencia, las buenas prácticas y
eso de ser una ONG lxs activistas no debemos ser contratadxs por el colectivo…
Esto además del retraso que puede suponer pues a esx profesional hay que
formarlx y darle la perspectiva bien de género, bien LGBTIQA+, va a cargar a
las personas que ocupan los puestos en una junta con trabajo técnico
profesionalizado por el que no son remuneradas, y es esta parte la que me
resulta más preocupante. Luego diré por qué.
Tenemos montada una estructura
social que se sustenta en ejes de dominación y
opresión, eso lo visualizamos fácilmente, pero lo que no vemos con tanta
facilidad es que somos dominadorxs y opresorxs en la medida en que todxs
tenemos privilegios y utilizamos esos privilegios para exlcuir y poner en
oposición a nosotras a quienes no los tienen, por ejemplo, vemos fácilmente que
los hombres blancos, burgueses, heterosexuales, tienen privilegios frente a
negros precarios y maricas, esos privilegios los visualizamos con mayor
facilidad si pertenecemos al grupo excluido por no gozar de ese privilegio
social.
Si relacionamos esto con la idea
de que las activistas no debemos cobrar, y nos lo creemos sin excepciones,
tenemos que: “las personas que podrán ocupar cargos de representatividad y
“poder” en los colectivos nunca serán las precarias”, pues lo queramos visualizar
o no el activismo tiene un claro coste económico para nosotras, pero además del
control del “poder” por parte de quienes tienen el privilegio de tener un
empleo asalariado fuera independiente al
activismo y que le permite subsistir, también estamos impidiendo el acceso de
quienes no gozan de ese privilegio a sistemas de formación colectivo y espacios
de empoderamiento e intercambio de pensamiento y generación del discurso
político.
Tenemos que plantearnos y poner
sobre la mesa sin complejos estas cuestiones si no queremos
reproducir dentro de los colectivos uno de los ejes de dominación más potentes,
“el trabajo asalariado” (entendido como institución de la que parten mucho de
los derechos en nuestro país). ¿Somos clase obrera? sí, pero ¿toda la clase
obrera podemos permitirnos ocupar de manera gratuita un cargo técnico o
profesional, siendo desempleadas y precarias?
¿Dejamos de ser ONG por intentar repartir ese trabajo entre las
compañeras que además de no gozar del privilegio de ser heterosexual, emprendemos
una lucha política para cambiar de alguna manera la realidad social, vetándolxs
en la contratación, imponiendo como requisito que la persona contratada no sea
activista o no pertenezca a nuestro colectivo o no ocupe un puesto en la junta
directiva? Si esa es nuestra postura tenemos que tener presente que estaremos
creando un nuevo eje de dominación donde las asalariadas usaran ese privilegio
para dejar fuera de los espacios de poder, control, formación, etc… a quienes
no tenemos ese privilegio y que además gozan de menos privilegios aún pues tal
y como esta la situación en nuestro país vemos que las mayores cifras de
desempleo la ocupan jóvenes y personas trans*. Debemos correr el riesgo de que
cuando desaparezca la subvención, y por tanto el trabajo asalariado la persona
que ocupaba ese puesto laboral se vaya dejando vacante además su puesto en el
colectivo y deje de ser activista implicadx en cuestiones institucionales, pues
¿acaso le exigimos a la técnica profesional contratada y no activista, que continúe
tras la finalización del contrato haciendo intervenciones en nuestro colectivo?
Es decir, trabajar sin contrato y sin
salario!!! Uf que va menuda conducta, tan antisindical y propia de la patronal
más opresora.
O imaginemos que una persona que forma parte de una junta directiva, o coordinación de un colectivo, que además de activismo y voluntariado realiza trabajos profesionales para la entidad de manera gratuita y además dona al colectivo los ingreso que eventualmente podría recibir por ponencias, charlas, etc... Pues tiene un trabajo asalariado en una empresa privada o pública independiente al colectivo, y supongamos que en un momento determinado lx despiden, y por lo que fuere no tenga, o se le termine la prestación por desempleo. ¿podríamos exigirle a esta persona que continúe con la misma implicación y el ritmo anterior, y no ya el altruismo sino que siga haciendo donativos?
A mi entender la afirmación de que
una ONG deja de serlo cuando, lxs activistas se profesionalizan y ejecutan
trabajos profesionales para la sociedad y para el bien común, y además cobran
por ello dejamos de ser ONG, pero nos parece bien la contratación de unx
profesional que a la finalización de su contrato se desvincula total y absolutamente.
Me parece un insulto no sólo a lxs activistas sino a la inteligencia. No se nos
puede imponer a las personas
desempleadas la gratuidad en el desempeño de tareas profesionales, simplemente
por no gozar del privilegio heterosexual, cisexual, monosexual, etc…, hablando
desde el privilegio del salario, eso es esclavismo y lastrarnos con un eje de
dominación más. Y máxime cuando son
servicios a la comunidad que debería cubrir la administración pública,
pues una de nuestras reivindicaciones como activistas debe ser la exigencia del
mantenimiento del estado del bienestar y no contribuir a su desmantelamiento a
través del esclavismo.
Los privilegios de los que
hablaba antes no se desmontan renunciando a ellos, sino tomando conciencia de
que se tienen y no utilizándolos para crear otro eje de dominación y opresión
Parece que no nos ha quedado tan
claro las diferencias entre, activismo, voluntariado y trabajo asalariado o
desempeño de funciones profesionales. Bueno no ha quedado claro, o yo prefiero pensar
eso antes que pensar en que exista algún interés en teñirlo todo de activismo,
para en ese juego de las dinámicas de poder, utilizar mi privilegio para
dominar y controlar.
Siempre he pensado que las
situaciones se visibilizan mejor con un ejemplo y allá voy con uno: ¿Se
imaginan ustedes que para ser Obispx la iglesia católica (que en España la financiamos lxs españoles dicho
sea de paso) tuviera como requisito el no ser “católico practicante” y para ser
Obispxs tuviéramos prioridad las ateas? Parece ridículo verdad, pues eso.